Base de Conocimiento | Obra
Película documental de 2021 sobre adolescentes madrileños nacidos a comienzo de la década de los 2000, dirigida por Jonás Trueba. Ganó el Goya en 2022 a la mejor película documental.
Aunque se habla de un seguimiento al mismo grupo de chicos durante 5 años, mostrando incluso escenas de interacción de los chicos con el equipo de la película, la historia combina ficción y no ficción de una manera que me resulta algo difusa, ganando y perdiendo credibilidad según el fragmento. De por sí hay mucho de «pose» en la vida de un adolescente, y más en la actualidad con las redes sociales y demás, con lo que uno no sabe si el director ha logrado captar momentos auténticos (la chica que se mira en el espejo y «colecciona» visitas a estaciones de metro, los momentos de intimidad de una pareja, el viaje sorpresa del chico al pueblo de la chica…), o es algo guionizado, con actores interpretando. Quizá esa confusión en el espectador forma parte de la experiencia que busca el autor con su obra. Más que «documentar», la película parece invitarnos a contemplar y disfrutar simplemente de todo lo que sale en pantalla, como una fotografía de una belleza juvenil, de un retrato -necesariamente nostálgico- de esas primeras relaciones distintas de las familiares. Un cuadro de la vida que tiene un atractivo universal.
Posiblemente hay fenómenos, como los grupos de «mediación» en el instituto, que hoy día -a diferencia de los años 80- son habituales. O aquello de las «discotecas light». Otros, como el mundo de los grafitis, son antiguos pero también se tocan en la película y es interesante. También el alcohol, la marihuana, las relaciones sexuales esporádicas… son tópicos que están muy presentes en los principales grupos de estos chavales.
Aunque no hay escenas sexuales explícitas, llama la atención que se documenten las relaciones (presumiblemente auténticas) de un adulto de 19 años, Silvio, con una adolescente de 15, Candela. En España hay sanciones penales para todo el que tiene relaciones sexuales con menores de 16 años, mientras que en Portugal (país al que cruza la pareja en uno de los momentos más sensuales de la película) puede darse consentimiento sexual a partir de los 14.
La música tiene una presencia importante en la vida de los adolescentes, aunque llama la atención la mezcla tan variada de géneros presentes en el festival del final. Aparece el tema del acoso escolar, y aunque no hay menciones a la religión (se enseñan hasta celebraciones del «Solsticio de invierno» pero no de Navidad), una de las chicas que habla de cómo superó el acaso lleva un pequeño crucifijo al cuello. No se trata mucho en profundidad ninguna ideología, aunque salen por Carabanchel, hay una manifestación contra la LOMCE (en 2016) porque reducen la Filosofía e implantan la Reválida, etc.
El título de la película y la canción correspondiente contrasta en cierto sentido con ese discurso rebelde que tienen algunos de sus protagonistas, que dicen sentirse oprimidos por el sistema social en el que viven, y hablan de «ir contra ellos», poner bombas como ETA, etc. Es curioso que ante cierto vacío o crisis existencial («no pertenezco a ningún sitio», «tengo miedo a dejar de existir»…), se planteen antes cambiar el mundo que cambiar ellos.
Quizá de lo más interesante de la obra sea su capacidad de evocar aquellos años de juventud, especialmente los fragmentos más narrativos y románticos de la segunda parte, y algunos momentos de silencio en los que la cámara se pega mucho a los rostros de aquellos muchachos y en silencio -o con voces en off- se dedica a retratar: cómo me deslumbraba la belleza de las chicas, lo que sentía al estar enamorado, el miedo y la inseguridad obsesiva por tantas cosas, los compañeros del instituto, del colegio mayor incluso… ¡qué tiempos! 🙂