Los cristianos han recurrido al uso de numerosos símbolos para identificarse y expresar sus creencias. En tiempos de persecución estos símbolos eran más crípticos que después, cuando se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano.
Por ejemplo, entre los símbolos crípticos está el ichtus, dos arcos que forman un pez, cuyo nombre en griego está compuesto por 5 letras (Iota, Chi, Theta, Upsilon y Sigma) que los cristianos interpretaban como el acrónimo Jesús Cristo Dios Hijo Salvador.
Otro símbolo curioso es el del pelícano, un animal que los antiguos creían que daba de comer su propia carne y sangre a sus crías (en realidad sacaba la comida del saco gular de que dispone). De este modo el pelícano llegó a usarse como imagen de Jesucristo, que nos da a comer su carne y su sangre en la Eucaristía, y como anécdota es uno de los símbolos que vemos en la restauración de la capilla cruzada donde hoy se visita el Cenáculo en Tierra Santa.