Carlos I de Austria y Zita de Borbón-Parma

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Título: Carlos I de Austria y IV de Hungría y Zita de Borbón-Parma   Desde: 21/10/1911   

Matrimonio católico formado por el archiduque Carlos de Habsburgo-Lorena (1887-1922) y la princesa Zita de Borbón-Parma (1892-1989) en una ceremonia celebrada por el cardenal Bisteli, mayordomo del Papa, el 21 de octubre de 1911 en el castillo de Schwarzau (Austria). Tras la muerte de su tío abuelo Francisco José I, Carlos se convirtió en emperador (Carlos I de Austria, IV de Hungría, III de Bohemia y IV de Croacia) y su esposa en emperatriz consorte. La Iglesia Católica considera beato a este emperador, estableciendo como su festividad la fecha de su enlace matrimonial.

Contexto social

El contexto histórico y familiar de ambos es el de un imperio «a la antigua usanza» en el centro de Europa pero con un buen funcionamiento económico para la época (finales del siglo XIX). Técnicamente eran «primos lejanos». Tuvieron padres y maestros que les formaron debidamente en religión, y aunque en aquella época muchos matrimonios eran de conveniencia, ellos tuvieron capacidad para elegir y decidieron construir juntos su matrimonio.

Biografías iniciales

Carlos nació cerca de Viena como hijo de un archiduque (algo parecido a un rey) y una princesa. Tuvo por tanto una refinada educación, con grandes maestros católicos, que le enfocaron hacia el ejercicio físico, los idiomas, la religión… e hizo carrera militar desde los 16 años. Era un tipo muy generoso (tenía costumbre de entregar a los chicos pobres los muchos regalos que recibía) y pacífico, a pesar de su profesión, pues le tenía mucha aversión a la guerra.

Zita nace en Italia, hija de unos duques que tenían 17 hijos y fue formada como princesa para moverse en sociedad. Tenía un carácter resuelto y decidido.

Noviazgo y boda

Tuvieron una celestina muy especial: la abuela de Carlos, María Teresa de Braganza, que le buscó la princesa casadera perfecta: Zita era de dinero, familia de alta alcurnia, culta con sólo 16 años, con personalidad, buena formación religiosa y por supuesto bella. Ella les presentó pero no concertó el matrimonio… Carlos sintió un flechazo (su abuela le tuvo que recomendar esperar un año), pero Zita -que se acordaba de haberle conocido de niños, en una fiesta infantil- estuvo unos 2 años adaptándose a él como novio. Ambos se entendieron muy bien.

De novios tuvieron una conversación íntima en la que Carlos le contó toda su vida, incluso sus pecados y miserias a su futura esposa, para ver si aún así estaba dispuesta a casarse. Juró que si alguna vez la traicionaba en algo, por pequeño que fuera, se lo contaría en menos de 24 horas

Se prometieron, Zita viajo a Roma para pedir la bendición del Papa, y como detalle curioso de la boda, que fue del agrado de su entorno, recién terminada Carlos dijo «¡Ahora, vamos a ayudarnos mútuamente a ganar el Cielo!»

Vida conyugal

Los inicios de la vida conyugal son difíciles, pero Carlos y Zita partían de un noviazgo sólido y no les costó mucho adaptarse. En su vida no faltó el dolor y la tragedia, además del enorme peso de la responsabilidad política y militar, pero ellos supieron no perder de vista lo importante.

La vida ordinaria de Carlos era ejemplar: antes de empezar a trabajar a las 7 de la mañana, ya había asistido a misa, y al terminar siempre tenía tiempo para pasarlo con su familia y explicarles el catecismo a sus hijos. Tuvieron que cambiar alguna vez de país, pero siempre cuidaron de ser una familia y tener un verdadero hogar. Tuvieron 8 hijos y estuvieron sólo 11 años casados porque Carlos falleció pronto.

El tío de Carlos ya se olía que iban contra él. Era enemigo de los masones y estos querían acabar con Austrohungría como monarquía católica potente que era, y efectivamente planeaban matarle.

Un atentado cambió por sorpresa el curso de sus vidas, porque al tío de Carlos lo asesinaron los nacionalistas serbios, en el famoso atentado de Sarajevo que dió inicio a la Primera Guerra Mundial. Esto supuso que Carlos fuese nombrado emperador de Austrohungría. La sexta potencia económica mundial, con un territorio que abarca desde el Adriático hasta el centro de Europa, con más de 600.000 km2 y 50 millones de habitantes. Empezada la Primera Guerra Mundial es cuando asciende al trono.

Aunque eran ambos muy maduros desde jóvenes, siguieron madurando y profundizando en su amor, así como cuidando siempre su vida espiritual. Los historiadores reconocen que ambos trabajaron por la paz y el bienestar de su pueblo, a pesar de participar en una de las guerras más grande la historia: se sabe por ejemplo que Carlos impidió bombardeos, ataques de gas, etc. Carlos llevaba en su espada la primera frase en latín de la famosa oración «Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».

Pero al final de la guerra, Carlos tuvo que abdicar, les quitaron todo y los desterraron a la isla portuguesa de Madeira. Allí, agotado, a Carlos la neumonía le paró el corazón. A pesar de haber vivido la guerra y el destierro, no dejaron que esto oscureciera sus almas y dañase su comunión.

Biografías finales

¡Así termino la vida de los últimos emperadores católicos de la Historia! Carlos falleció pronto de neumonía, y conservó el crucifijo de su padre toda la vida. Zita supo llevar la enfermedad de su esposo, la viudedad y guardar memoria de su querido hasta su propia muerte.

Uno de sus hijos, Rodolfo, daba este testimonio sobre su padre: «Era un hombre profundamente piadoso, un marido fiel, un excelente padre de siete hijos y del que mi madre está esperando, un experto oficial del ejército, un noble jefe de Estado, dotado de una memoria extraordinaria, un trabajador consumado, fuerte y prudente». Y de su madre también dice que era «una mujer activa, perspicaz y enamorada de su marido».

En 2004 Juan Pablo II beatificó a Carlos, y en 2009 Benedicto XVI declaró sierva de Dios a su esposa.


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