Según la teología católica son tres: la Fe, la Esperanza y la Caridad. La Fe la define Santo Tomás como «retener por seguramente verdaderas ciertas afirmaciones intelectuales, bajo el influjo y la adhesión de la voluntad». La Esperanza es definida en el Catecismo de la Iglesia Católica como la virtud por la que «aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo». Finalmente la Caridad es la más importante y trascendente de todas, y consistiría -parafraseando al propio Jesucristo- «en amar a Dios sobre todas las cosas (por Él mismo) y al prójimo como a nosotros mismos (también por amor de Dios)».
El hecho de que sean tres siempre me ha resultado muy sugerente, para conectarlas con la Trinidad y con otras «tríadas» importantes que podemos encontrar en la Teología, la Filosofía y demás. Otros han jugado con estos tres elementos, como Miguel de Unamuno, que en San Manuel Bueno mártir, representó la Caridad con el personaje principal, la Esperanza en la narradora Ángela y la Fe «pura» en el tonto del pueblo, Blasillo.
Alguna vez he meditado en la asociación de la Fe con lo mental, el mundo de las ideas, la Esperanza con el mundo emocional y de los sentimientos, y la Caridad con la acción, con un convencimiento profundo que conduce a los hábitos arraigados y los planes de vida. Incluso el paradigma para agentes que usamos en Inteligencia Artificial, Creencia-Deseo-Intención (BDI), también tendría un posible paralelismo con Fe-Esperanza-Caridad, lo cual me parece muy interesante también.